En muchas ocasiones, los maestros nos encontramos con padres que nos preguntan, cómo es posible que 25 o 30 alumnos, nos obedezcan a nosotros y sin embargo a ellos, con uno o dos hijos, les es prácticamente imposible conseguir que sus hijos les obedezcan.
Aquí no hay trucos, ni milagros, ni es que nosotros, los maestros “imponemos” más y por eso nos obedecen. ¡No! Lo que sí es cierto, que nosotros establecemos unas normas, unas pautas, unos límites muy claros y concisos, que explicamos de forma clara y detallada a los alumnos, para que entre todos podamos funcionar bien y para que no cunda el desorden, ni el caos.
Evidentemente, este establecer pautas y normas, lleva un proceso, un tiempo que el adulto, ha de invertir, para que el niño comprenda qué es lo que se espera de él, cuáles son las funciones, acciones o comportamientos que tiene asignados. Habrá aquí un período de adaptación, aprendizaje, podríamos decir, en el que el niño irá asimilando y adquiriendo ese hábito, esa norma, y esto no es otra cosa que ir aprendiendo a ser obediente.
La obediencia, aporta al niño seguridad, confianza en sí mismo, además que se le va formando para que el día de mañana sea un adulto capaz vivir en sociedad; ya que vivir en sociedad, implica vivir en una serie de normas, ser responsable, comprensivo y respetuoso con los demás y saber aceptar y respetar los límites que también hay en una sociedad, en la que tampoco puede hacer cada cual lo que le dé la gana.
Así que, queridos papis, empleemos tiempo en educar a nuestros hijos, para que aprendan a ser educados, haciéndoles entender el porqué de cumplir las normas, el porqué de ser obedientes. No intentemos imponer las normas “porque sí”, “porque lo digo yo”.
Para aquellos papis, que en ocasiones, se les pone cuesta arriba conseguir que sus hijos les obedezcan, llegando en muchas ocasiones a claudicar en el intento, aquí os dejo algunos tácticas para poner en práctica y conseguir buenos resultados.
- A los niños se les ha de establecer una serie de normas, de rutinas y de límites claros y concisos, que han de cumplir. Evidentemente, irán de acuerdo a la edad que tienen e irán aumentando conforme vayan siendo mayores.
- Cuando les planteemos una norma, unos límites, o unas tareas a realizar, lo debemos plantear desde lo positivo. No con acritud. Les planteamos las acciones como algo bueno para ellos, algo que cada miembro de la familia tiene asignado, y ellos, como se van haciendo mayores, también van a tener asignadas unas tareas que han de cumplir.
- Las acciones que se les pidan a los niños, se le ha de decir una sola vez. El niño, no debe acostumbrarse a que los papás, van repitiendo una y otra y otra vez, lo que quieren que realice. Por supuesto, nunca, deben acabar los padres realizando aquello que han pedido a los hijos que hagan, porque se han cansado de pedirlo. Los niños aprenden rápido y habrán aprendido la estrategia.
- Cuando se hacen los remolones, una buena opción sería que los papis contaran hasta tres, sin alterarse, pero con voz firme. Normalmente, antes de llegar a tres, ya han obedecido.
- Cuando se resisten a obedecer, se les ha de pondrá durante unos pocos minutos en un rincón o en una sillita para sacarlos de aquello que estén haciendo. Esto es un “Tiempo fuera”. Ahí deberán pensar qué es lo que no han hecho bien y luego comunicárnoslo.
- Por supuesto, cuando se le advierte al niño, que si no cumple con algo, se le va a castigar con quitarle algún privilegio, los papis deben ser coherentes y consecuentes con lo que dicen. Así pues, no les dirán que les van a castigar con no ver dibujos toda la semana, si saben que no lo van a cumplir.
Deben poner pequeños castigos consecuentes, como ir al rincón de pensar, o te quedarás sin el cuento de ir a dormir, etc. Algo de inmediato y que puedan cumplir.
- Si por el contrario, el niño obedece a la primera, se le refuerza el buen comportamiento, con un halago, o con un “abrazote de oso”, con una carita contenta dibujada en su pizarra o en su manita.(A ellos les encanta).
- Una buena forma de plantear una acción para que obedezcan, si vemos que el niño se resiste es decirles: “Venga, te ayudo a recoger los juguetes…”. Se empieza ayudándole un poco y se va dejando que sea él el que recoja todo lo restante. O bien: “Venga, te pones el pijama solito y cuando estés metidito en la cama, me llamas y voy a contarte un cuento, recuento que nunca se acaba…”. Son estrategias en positivo, para conseguir motivarles.
- Otra opción que da muy pero que muy buenos resultados, es inventarnos una cancioncilla o un pequeño poema o refrán para realizar esa acción diaria y que a ellos se les resiste un poco. A ellos les encanta cantar, recitar, y a poco que escuchen la canción o la retahíla, se pondrán como por arte de magia a realizar aquella acción que esté indicando la misma.
Espero que os ayuden estos consejos.
Hasta pronto.
0 comentarios