Hola amigos:
El tema que voy a tratar hoy, es un tema que todos conocéis a la perfección: el consumo excesivo en los niños. ¿A que os suena?
Es ya una práctica habitual, comprar, comprar y comprar al niño todo lo que él desea y hasta lo que no desea también; porque hasta en ocasiones, el niño recibe regalos o premios sin haberlos pedido.
Vamos al tema… ¿Por qué los padres compran tantísimas cosas a sus hijos? Esta acción de comprar -hasta llegar a ser compulsiva, en ocasiones- tiene varias varios motivos: uno de ellos es porque los padres se sienten culpables de no pasar el tiempo suficiente con sus hijos. Otro motivo que puede llevar a comprar cosas a sus hijos, en exceso, es por su propia comodidad; es decir, con el juguete que les han comprado, tienen entretenidos a los pequeños, de manera que ellos pueden realizar tranquilamente sus tareas. También en ocasiones, ese impulso de compra es debido a que los padres no quieren que sus hijos sientan esa frustración que ellos, en su infancia, sintieron al no poder tener algún que otro juguete u objeto que desearon… Están evitando a su hijo una frustración. Por otra parte, hay padres que premian continuamente a sus retoños por portarse bien o hacer los deberes o porque hoy, el niño, ha salido del cole sin una notita de mal comportamiento en su agenda. Se está premiando al niño por cosas que tiene que hacer, que entran dentro de sus tareas, sus obligaciones, de las normas que tiene que tener establecidas…
¿Qué está ocurriendo con esta forma de proceder de los padres? Pues sencillamente, que los niños, no valoran nada de lo que tienen, a pesar de tener juguetes u objetos preciosos y valiosos, ellos, no le dan ningún valor, se cansan enseguida, no los cuidan, porque tienen juguetes en exceso, porque no les ha costado nada conseguir ese objeto, porque ni tan siquiera, han tenido que desearlo durante un tiempo, o ganárselo; pero no porque hayan hecho algo que se le presupone que tienen que hacer, sino porque los padres quieran agradecerle al niño su verdadero esfuerzo, su implicación, su tesón, en algún objetivo planteado tiempo atrás; no por una acción prácticamente inmediata.
Desde aquí os animo a que reflexionéis sobre el tema y cambiéis de actitud. ¿Cómo? Muy sencillo. Primero concienciándoos de que vuestro hijo no va a sufrir, ni va a tener ningún trauma de infancia por no haber tenido de todo. Segundo porque debéis enseñar al niño a valorar el esfuerzo que supone tener algo. Los juguetes o cualquier objeto que le regaléis cuestan dinero y ellos deben saber cuánto esfuerzo requiere reunir esa cantidad para adquirir algo. Tercero, recapacitad sobre cuánto tiempo se entretiene vuestro hijo con ese juguete, cómo lo cuida, ¿se disgusta mucho si se le rompe? Creo que en muchos casos, la respuesta es, no.
Os propongo un cambio de actitud, que va a requerir más esfuerzo por vuestra parte, más implicación, pero va a beneficiar muchísimo más a vuestros hijos, que todos los juguetes o caprichos que les compréis; y es construir un juguete juntos. No necesitáis ser muy habilidosos para realizar cualquier juguete: unos pequeños briks de zumo y unos cuantos tapones de botellas nos servirán para hacer un precioso tren con muchos vagones. Con unas botellas de yogurt líquido podremos realizar unos vistosos bolos con caras de personajes a los que les podemos poner nombres. Con masa modelable, podéis formar infinidad de figuritas de animales y conseguir el gran zoo, creado por vosotros…
¿Con ello que conseguís? Acercaros a vuestro hijo, compartir experiencias, dialogar, potenciar sus habilidades, su creatividad… ¿Y sabéis una cosa? Con estos juguetes creados por él mismo, el niño disfrutará y los valorará muchísimo más que con los que se lo dan todo hecho; porque éstos, los ha creado desde el primer paso, le habrá costado un esfuerzo, pero los cuidará e intentará que no se le rompan.
Os aseguro que he visto a niños llorando desconsolados porque se le había roto una pata de una tortuga que ellos mismos habían realizado; pero sin embargo, no los he visto inmutarse cuando ha ocurrido lo mismo con un juguete recién comprado, o después de las fiestas de Reyes. ¡Tienen tanto de todo, que, qué más da..!
Bien amigos, el tema da para recapacitar mucho, pero creedme, mejor “construir que consumir”.
Os espero mañana.
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