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23.12.2015

EJEMPLO A SEGUIR

Divagaciones Mias
EJEMPLO A SEGUIR

Hola amigos:

Hoy quiero contaros algo que me ocurrió el lunes, estando tomando café en la cafetería de un hospital y que me llenó de emoción hasta conseguir que se me saltasen las lágrimas. Bueno, también es cierto que soy muy llorona y que me emociono con facilidad, pero la ocasión era propicia para ello.

Como os digo, estaba sentada en una mesa de esas largas que pueden ser compartidas por varias personas. Estaba ensimismada moviendo mi café, cuando, de pronto levanté la mirada y vi acercarse a una pareja de ancianos que estarían rozando los 90 años de edad. La señora apoyada en un bastón sin conseguir mantener ya, la verticalidad de su cuerpo. El señor, con un brazo vendado y con el otro sujetando a su esposa para proporcionarle más seguridad en su lento caminar. Cuando llegaron hasta la mesa, dejó a su señora quieta, separó la silla de la mesa y la ayudó a sentarse. Luego se fue, volviendo a los pocos segundos con una bandeja provista del almuerzo para ambos, mientras, su señora lo esperaba tranquilamente. Cogió asiento y empezó a cortarle a pedacitos un croisant y a echarle el azúcar en la taza de café con leche. Una vez hubo preparado con detenimiento, cariño y mimo el almuerzo de su mujer, dio comienzo al suyo. Mientras, y en silencio, su mujer lo observaba detenidamente y percibió en su rostro una mueca de dolor; a lo que ella, le preguntó: “¿te duele el brazo, verdad?”. Y él contestó: “sí, me molesta bastante…”

Y entonces, me brotaron las lágrimas…
Vosotros os preguntaréis que dónde está el “tic” de la cuestión que hizo generar en mí tal emoción. Y no fue otra cosa que ver tanto amor, tanto cariño, tanta entrega y dedicación en una pareja. Una pareja de ancianos, que estoy segura que llevan toda una vida juntos, que habrán sido jóvenes, se habrán enamorado, se habrán casado, construido una familia…Habrán pasado por mil y una vicisitud, habrán tenido sus penas y alegrías, sus discrepancias, sus enfados, sus altos y bajos en la relación; pero que a pesar de todo ello, siguen juntos, uno al lado del otro, cuidándose mutuamente, estando pendiente de las necesidades de cada cual, observando los gestos del otro para advertir algún sentimiento, algún dolor o simplemente para comunicarse a través de ellos, porque a cierta edad, hasta sacar el aire para pronunciar las palabras cuesta un esfuerzo físico que va mermando con el paso del tiempo; pero el cual se suple con la experiencia y la sabiduría que proporciona el haber pasado toda una vida junto a la persona que amas; porque la conoces tanto, que con solo una mirada, sabes lo que siente o lo que quiere decir. ¡Sobran las
palabras!

Y es entonces cuando pienso: ¿qué mejor ejemplo que dar a nuestros hijos, que un amor como el de esta pareja de ancianos? Os he comentado muchas veces la importancia de enseñar con el ejemplo; de que para nuestros hijos somos su punto de referencia, el espejo donde reflejarse y donde nos imitan -como imagen que te devuelve el mismo- nuestros movimientos, nuestras acciones y hasta nuestros gestos.
Ojalá que la mayoría de hijos tuvieran este ejemplo de amor entregado e incondicional que mostraron ayer esta pareja de ancianos.

Hasta mañana amigos.

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