Buenos días:
Se ha escrito y hablado mucho sobre los beneficios de la risa. Se ha estudiado –dicen que científicamente- todo lo bueno que nos aporta, tanto física como psicológicamente. Hoy, yo quisiera aportar mi granito de arena e incrementar las alusiones a la misma, no desde un punto científico –Dios me libre- sino desde la experiencia personal; y además, tal alusión la enlazaré con los beneficios de la amistad, tema del que hablé unos días atrás.
Bien, empecemos: tengo un grupo de amigas de la infancia. Nos solemos reunir a cenar cada mes y medio o dos meses. Pero ya es práctica habitual –digo yo, si esta práctica va siendo directamente proporcional a la edad- que por vacaciones, pasemos un par de días juntas en casa de alguna de nosotras, sin ninguna otra pretensión que la de estar juntas, hablar de nuestras cosas, de nuestras vidas, inquietudes, bonanzas o desdichas…
Ayer fue día de terapia de amigas, o mejor dicho, de terapia de risa, porque hablar, hablamos; pero reír... Todavía tengo agujetas en los músculos que tenemos en el abdomen (perdonad mi poco tecnicismo; tendría que recurrir a google para ser más precisa y no quiero perder el tiempo en ello…) de las carcajadas que nos echamos durante todo el santo día.
Y sin más demora, voy a dar mi punto de vista sobre los "Sí-No" de los beneficios que, según los estudiosos del tema, aporta la risa:
- Genera sensación de bienestar: Totalmente de acuerdo. No podéis imaginaros como empezó nuestra reunión. Todas un poco con cara de lechuzas, porque cada una tenía un motivo por el que quejarse. Así es que empezamos la comida, extrayendo de nuestro fuero más interno todas nuestras ansiedades. Al finalizar la comida, éramos otras… Nuestro rictus había cambiado y nuestro ánimo, también. Así es que continuamos el día, yéndonos de shopping (que dicen que también es terapéutico). Alguna de mis amigas, hizo más terapia que el resto, la verdad sea dicha…
- Alivia el dolor: Yo en esto voy a discrepar un poco, porque no sé a qué dolor se refiere. Si es un dolor psíquico, de ese que decimos que viene del alma, estoy totalmente de acuerdo, porque todas teníamos algo de ese dolor prescrito, y se nos alivió bastante. Ahora bien, si el dolor es físico, aquí ya no les voy a dar toda la razón a los entendidos en el tema; porque yo empecé con un dolor de muela de tres pares de narices, y seguí tomándome mi ibuprofeno cada ocho horas, y ni aún así se me calmó.
- Disminuye el estrés: ¡Que verdad es! Porque empezamos como locas recorriéndonos toda la calle Colón (calle de tiendas, para los que no la conozcan) y fuimos aminorando la marcha y sentándonos en todo aquello que tuviera tres dedos de superficie. Es más, ya entrábamos en los probadores de las tiendas, y cogíamos las sillitas de cada probador y las pasábamos a uno solo, para estar todas juntas y relajadas, ayudando a la amiga en cuestión, a tomar una decisión tan importante y trascendental en su vida (y en su tarjeta también).
- Combate el insomnio: Mmmm… Aquí discrepo de nuevo, porque en la cena y tras pasar esa hora tonta, en la que haces verdaderos esfuerzos por mantener las pestañas en posición vertical y no poner cara de borrego a medio degollar, sueño, lo que se dice sueño, ya no sientes. Es más, después de cenar, si a alguna de nosotras le invadía algún tipo de sopor, ya nos encargábamos las demás en darle un buen meneo, para que no se perdiese ni un solo detalle de la conversación. Así es que lo de combatir el insomnio, lo dejamos en el aire, porque el insomnio nos lo provocábamos nosotras solas con total premeditación, alevosía y nocturnidad (nunca mejor dicho).
- Mejora la piel: Totalmente cierto. No os podéis imaginar que guapas y con qué buen color de cara, acabamos la tarde de shopping, después de tanta carcajada y de -por qué no decirlo- haber hecho uso de los probadores de cosméticos y perfumes del Corti. Para eso están ¿no? Su propio nombre lo dice: pro-ba-do-res, del verbo “probar”. Pues eso hicimos, ponernos como peponas.
- Previene las contracturas: Puf, ¿aquí qué digo? Pues que tampoco estoy muy de acuerdo, porque la que no acabó con dolor en los riñones de tanto caminar, acabo enseñando el callo que se le había hecho en la planta del pie, así como el tirón en el reverso de la rodilla…
- Ayuda en los problemas cardiovasculares: Muy de acuerdo con este beneficio. Ya os cuento que, iniciamos nuestra reunión sacando suspiros sonoros desde lo más profundo de nuestro corazón y estos se fueron reduciendo en frecuencia y profundidad a medida que avanzaba el día y la noche.
- Adelgaza: A ver… no tenemos datos concretos que corroboren esta afirmación, porque no nos pesamos antes ni después de empezar nuestra terapia de amigas, pero después de todo lo que comimos, merendamos, cenamos y pese a que hicimos mucho ejercicio entrando y saliendo de una y otra tienda, creo que lo que viene denominándose cintura de avispa, no se nos quedó. Es más, yo diría que ayer noche, nos hubiera ido al pelo ese refrán que dice:”Tienes una cinturita, que anoche te la medí, y con la cincha de mi burra, te viene, tarí-marí”. Venga, voy a ser un poco condescendiente… es que por la noche, los cuerpos tienden a hincharse un poco… ¡Fue eso!
Bien, amigos, aquí os he aportado mi humilde opinión, nada científica -reitero- sobre el “Sí-No” de los beneficios de la risa. Más que opinión es una experiencia sobre la misma; pero si hay algo que os puedo decir a ciencia cierta, o mejor dicho, a “mi experiencia cierta” es que la risa aporta muchísimos beneficios. Practicadla como sea: con vuestras parejas, con vuestros hijos, familias, amigos, o incluso, con vosotros mismos. ¡Totalmente positiva! ¡Garantizado!
Hasta pronto.
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