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21.12.2015

ENERGÍAS RENOVADAS

Divagaciones Mias
ENERGÍAS RENOVADAS

Buenos días:

No quiero amargar los pocos días del mes de agosto que quedan. Así como tampoco es mi intención agriar a los que estén apurando sus últimos días de vacaciones. ¡No! Nada más lejos de mi intención. Todo lo contrario. Estaría amargándome yo misma, y no pienso hacerlo, ni conmigo misma, ni con los demás.

Simplemente, que a poco que seamos observadores, la luz del día va cambiando; ya no tiene la misma fuerza que semanas atrás, en pleno fervor del verano. Amanece más tarde, el sol se va retirando antes a su morada, y nosotros, como por arte de magia, apreciamos esos cambios en nuestro ser, en nuestra mente. Bueno, al menos, a mí me sucede así, año tras año…

No sé muy bien a qué se debe, si es que el cuerpo se ha relajado y descansado lo suficiente, o es la mente y nuestro subconsciente, el que muy hábilmente se van adaptando a la nueva etapa que nos está esperando.

Dicen que los nuevos propósitos, las épocas de cambio, el plantearte objetivos nuevos… todo esto se hace al finalizar diciembre y empezando enero. Yo, discrepo. A mí, siempre me ocurre por estas fechas, acabando agosto. Es cuando me hago un reseteo. Suelo analizar lo que he hecho a lo largo del año, lo que me gustaría continuar o dejar de hacer; o me planteo proyectos nuevos que luego, puede o no puede que los cumpla, pero el planteamiento, hecho está.

Es como empezar el curso, el año, (aunque el año no empiece en septiembre) con ilusiones nuevas. Cambiar la distribución de los muebles de casa; comprar un mueblecito auxiliar para el hogar; coger piedras de la playa, ponerlas en un jarrón de cristal y decorar un rincón del salón; empezar a escribir un libro que pueda o no, llegar a terminar nunca… Todas y muchísimas más acciones como estas, son el motor que me motiva cada final de agosto para emprender mi nuevo año.

Pero no solo me reseteo en proyectos palpables, materiales o físicos; también hago una introspección de mí misma y buceo en lo más profundo de mi ser y de mi existencia (esto ya son palabras mayores, os lo aseguro) y me cuestiono el porqué de mi trayectoria de vida, el cómo ha sido, el cómo podría ser, el porqué de mi forma de ser y de mi comportamiento, el cómo podría modificar algunos aspectos… Y lo intento, intento cambios; no creáis que me quedo pensándolo sólo. No, no. Yo actúo… Bien o mal, no lo sé, pero no me quedo quietecita.

Además, he dicho muchas veces en mis escritos, que me muevo por impulsos, y así es. Soy impulsiva, para bien o para mal, y cuando algo me cruje en la cabeza o en el corazón, allá que voy…
Es por eso, que os animo a que exprimáis esta última semana de agosto, estos últimos días de vacaciones, si es que las estáis disfrutando, y que aprovechéis para ilusionaros, para emprender algo, para modificar algún aspecto de vuestra vida que no os guste y queráis darle un cambio, un giro o, simplemente mirarlo desde otro punto de vista; quizás desde el punto de vista del corazón… Lo importante, es ilusionarse por algo, es emprender acciones nuevas, es poner todo el empeño en conseguir aquello que nos ilusiona, aquello que queremos y que sentimos que merece la pena luchar por ello.

La vida es muy corta y conforme van pasando los años, más rápido te pasa el tiempo y más corta te parece. (¡Puf!, ya me encuentro hablando como mi madre. Debe ser la edad…). ¿No creéis que es una verdadera pérdida de tiempo y de energías, amén de un desperdicio de vida, el dejar pasar los días, quejándonos de lo anodina, lo rutinaria o no encontrándole el verdadero significado de nuestro paso por ella? Yo me niego. Me voy a poner manos a la obra y piedrecita a piedrecita, por pequeñita e insignificante que sea, voy a ir construyendo mi ya próximo inicio de curso y año nuevo. ¡Con energías renovadas!

¿Os animáis?

Hasta pronto.

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