Buenos días:
¿Quién no ha visto a un niño llorar, patalear o incluso entrar en una verdadera rabieta porque no ha sido el ganador en un juego, no es el primero de la fila, no le han invitado a un cumpleaños, no ha sido seleccionado en algún equipo…? En definitiva, no ha conseguido aquello que quería.
Que los niños aprendan a superar una derrota no es tarea fácil. No es tarea fácil, ni tan siquiera para nosotros, que somos adultos y en ocasiones nos cuesta digerir alguna derrota en cualquiera de los ámbitos de nuestras vidas: personal, profesional, familiar… Así es que imaginaos para estos pequeños…
Pero aún así, aún siendo difícil, tenemos que ayudarlos para que aprendan a aceptar y a superar que no siempre se puede tener todo lo que uno quiere en esta vida; porque hay muchos factores que influyen para que las cosas que uno quiere, se consigan o no. No depende única y exclusivamente de nuestra voluntad.
Aunque en ocasiones podáis pensar que esas llantinas y rabietas que cogen los niños ante la derrota, no revistan mayor importancia ni trascendencia, pensando que son rabietas de niños y que ya se les pasará, no podéis imaginaros lo importante que es, que el niño sepa tomar una actitud correcta ante un fracaso o una frustración.
Cuántas veces hemos oído en las noticias o incluso hemos vivido experiencias muy cercanas, de adultos que no han sabido gestionar una desilusión en sus relaciones personales, o que no saben solucionar vicisitudes que se presentan a lo largo de la vida, tomando caminos incorrectos (alcohol, drogas…) o realizan actos totalmente drásticos por una mala gestión de ese sentimiento de derrota y frustración (estoy hablando aquí de querer acabar con su propia vida o con la vida de los demás)
No quiero transmitir con esto una postura alarmista; lo que quiero hacer comprender es la importancia de saber perder, para configurar tanto un niño como un posterior adulto, que sepa aceptar una derrota, un no, una frustración o un fracaso. Y con esto no quiero decir que tengamos que hacer niños conformistas. ¡No! Tenemos que formar niños y posteriormente adultos, que sepan analizar, gestionar y planificar estrategias resolutivas para aceptar esa derrota y seguir adelante, superándose y aprendiendo de ellas.
Así pues, tomemos algunas pautas para ayudar a los niños a superar esas frustraciones:
- Sobre todo, y siempre lo digo, enseñar con el ejemplo. De nada servirá que le digamos mucha teoría a nuestro hijo, pero luego, si pierde nuestro equipo de fútbol nos ponemos de un humor de perros.
- Jugar con ellos al parchís o a cualquier otro juego, y transmitirles la importancia de estar y jugar juntos; de lo divertido y emocionante que es jugar y estar a la expectativa de si se gana o no.
Reconocerle cuando gane, y en el caso de que pierda, también reconocerle su buen perder, porque eso dice mucho él, ya que ha sabido valorar la importancia real del juego, que es participar en el juego y divertirse.
- Nunca relacionéis el éxito con el amor; es decir, no hagáis grandes manifestaciones de amor cuando gana, y sin embargo cuando pierda, le deis una simple palmadita en el hombro y le digáis, “a la otra será”, o “han hecho trampa los otros” o “ha pitado mal el árbitro”. Cuando pierda, le tenéis que dar las mismas manifestaciones de amor, alabarle su esfuerzo, animarle a seguir superándose, y sobre todo, reconocerle su actitud tan correcta ante esa derrota.
- También podéis darles ejemplos de personas relevantes en la historia o en la actualidad que no consiguieron todas las victorias que deseaban, pero a pesar de ellos, siguieron esforzándose y haciendo aquello que les gustaba o les gusta: Van Gogh, Rafa Nadal, Fernando Alonso.
- Si a pesar de todo ello, vuestro hijo coge alguna que otra rabieta, no subestiméis su tristeza o su desilusión. Decidle que entendéis cómo se siente y que valoráis mucho su esfuerzo, haciéndole ver que lo importante es haber podido participar y disfrutar en esa actividad. Pero, ¡cuidado! no os paséis con “los consuelos” o le deis o le compréis algo para que sustituya esa frustración. Se hace esa reflexión y nada más. Poco a poco, al ver que sus llantos no surten más efecto, dejará la llantina de lado y ya con más calma, le podéis hacer reflexionar sobre lo anteriormente a comentado.
Lo importante de todo esto, y vuelvo a insistir, es conseguir que nuestros hijos, sean capaces de afrontar y gestionar correctamente las derrotas y a pesar de ellas, saber tirar adelante, esforzándose más, si cabe.
Hasta pronto.
0 comentarios