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21.12.2015

LA AMISTAD

Divagaciones Mias
LA AMISTAD

Buenos días:

Ayer, haciendo limpieza profunda de casa (ya sabéis… esa que te da la vena un día y le das la vuelta al calcetín a tu casa), encontré por los cajones varias fotos, escritos y detalles relacionados con la amistad. Es como que abría un cajón y me salía una cosa, organizaba papeles y me salía otra y cogí un libro de la estantería para releerlo de nuevo y me apareció otra reseña de amistad. Es por eso que dije: mañana he de hablar de la amistad y aunque no lo haga desde el punto de vista de los niños, bien es cierto, que es un valor muy importante que se les ha de transmitir.

El tema de hoy, “La Amistad”, lo quiero enfocar desde el punto de vista de la madurez, que es cuando verdaderamente, uno se da cuenta de lo que es en sí; es cuando esa palabra adquiere el verdadero significado, su contenido y lo que representa dentro de nuestras vidas, porque ha transcurrido el suficiente tiempo para que, como en una criba, se hayan quedado los verdaderos “Amigos”.

Estoy segura que muchos de vosotros habréis oído aquello de “Amistades… con los dedos de la mano y todavía sobran”. No seré yo quien diga aquí si me sobran o me faltan dedos en la mano para contar mis verdaderas amistades. Lo que sí tengo claro es que las pocas o muchas que tenga, están ahí, cerca o lejos, físicamente o a través del teléfono.

La amistad verdadera es aquella que se alegra de tus alegrías; pero se alegra con sinceridad. Y se entristece o se preocupa con tus penas o tus problemas; pero con sinceridad también. Y a la vez, esa alegría o preocupación la sentimos también nosotros, hacia esa persona amiga nuestra. Es un sentimiento recíproco.

La verdadera amistad, permanece latente aún en la distancia, aún en el silencio.

Uno, podrá darse cuenta rápidamente si las amistades que le rodean, o si él mismo, pueden o puede calificarse de amigo verdadero. Sólo tendremos que observar si obtenemos o damos ese apoyo incondicional a la otra persona, cuando haya algo de qué alegrarse o algo de lo que preocuparse, entristecerse, ayudar o simplemente, escuchar o ser escuchado.

¿Necesitamos tener amistades? Claro que sí. Podemos tener amistades de toda la vida, amistades que se han ido cultivando desde la más tierna infancia. Podemos tener amistades más noveles. Podemos tener amistades en diferentes ámbitos de nuestra vida. Pero lo importante de las amistades, es saberse querido, apreciado, escuchado, ayudado… Todo ello nos proporciona protección, seguridad, sentimiento de pertenencia a un grupo, de no estar solo. Y todos necesitamos sentir esas emociones.

Muchos de los males que hay hoy en la sociedad, no serían tanto si se tratasen con la medicina de la Amistad. ¿No os ha pasado que tenéis una preocupación, la habéis contado a un amigo y parece que tal preocupación ha menguado? El problema seguirá estando ahí, pero vuestro sentimiento, preocupación o inquietud, ha cambiado; os habéis desahogado y eso, os ha hecho ver dicho problema con otra perspectiva; adoptando posiblemente, una actitud más resolutiva ante el mismo. Y lo mismo ocurre con las alegrías ¿No os ha faltado el tiempo para proclamar alguna de ellas a vuestras amistades? La felicidad, es más si cabe, cuando se comparte.

Mirad pues, si es importante el valor de la Amistad, que los padres tenemos que inculcar este valor a nuestros hijos desde bien pequeños; pero enseñándoles que en la amistad, en la “Verdadera Amistad”, unas veces se tiene que dar y en otras, recibir. Las verdaderas amistades no tienen tiempo de caducidad, ni distancia que las separe, ni son condicionantes de nada ni de nadie. Dialogad con vuestros hijos sobre la amistad, habladles de vuestras amistades, contadles cómo se iniciaron las mismas, describidles anécdotas que hayáis vivido con ellas, enseñadles recuerdos significativos de las mismas y sobre todo fomentad en vuestros hijos el valor de la amistad con vuestro ejemplo.

Pensad, que algún día, al igual que vosotros hoy, vuestros hijos necesiten de esas amistades.

Hasta pronto.

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