LA BATIDORA DE LA EDUCACIÓN
En alguna ocasión he hablado sobre si hay un modelo de profesor perfecto. Si existe aquel docente que utilice la mejor metodología, que sepa transmitir de la mejor forma posible, que tenga empatía con la totalidad de sus alumnos, que sea cien por cien impermeable a cualquier agente personal o externo que pueda alterar su buena praxis en el aula…
También he comentado varias veces sobre qué factores hay que tener en cuenta a la hora de decidir el mejor colegio para nuestros hijos: ¿es aquel que tenga todas las tecnologías a su alcance, o el que tenga mejores instalaciones? ¿Es más aconsejable un colegio público, privado o concertado? ¿Quizás un colegio bilingüe sería la mejor opción, o por el contrario es más acertado elegir un colegio puntero en nuevas metodologías? Posiblemente, y viendo el panorama cómo está, sería mejor decantarse por un centro que haya eliminado los exámenes dentro de su metodología de evaluación. Oye, que la esclavitud ya se abolió hace muchos años, no vayamos a esclavizar a nuestros niños y mandarles que estudien diariamente para que cuando llegue el examen, puedan aprobarlo.
¿Qué se supone que deberían elegir los padres: un colegio que trabaje por proyectos y que destierre al fondo del “Baúl de los recuerdos” los libros de texto, o quizás sería mejor que eligiesen un centro que deje hacer a cada uno de los alumnos según su potencialidad? O quizás, sería más adecuado decantarse por aquel colegio cuyo eslogan fuera: “Aprender Jugando”.
También nos queda la opción de escoger centros educativos en los que tengan implantados todas y cada una de las nuevas metodologías de enseñanza-aprendizaje que últimamente están apareciendo, cual robellones que emergen en las primeras lluvias de otoño se tratase, tales como: “rutinas de pensamiento”, “paisajes de aprendizaje”, “paleta de inteligencias múltiples”, “cabezas numeradas”, “aprendizaje organizacional”, “aprendizaje cooperativo”, “aprender a pensar”, “aprendizaje por competencias”, “el aula invertida”, “trabajar con las emociones”, “trabajamos con las TICS”, “con las webquest”, con la webcam…. ¡¡¡Ay Dios mío, qué agobiooo!!!
Yo, que ya tengo cierta edad, me pongo en lugar de los padres con hijos pequeños, en edad de iniciar su escolarización y pienso que a poco que les preocupe la educación de sus retoños, les debe resultar muy, pero que muy difícil decidir qué referencias tomar, qué elementos son verdaderamente importantes a la hora de decantarse por un centro escolar, por un tipo u otro de educación, o por una forma de evaluar o, de promocionar al alumnado. La verdad, que deben de estar muy mareados con toda esta amalgama de información. Lo estamos los docentes y oímos y sufrimos todos los días este tipo de informaciones y acciones educativas…
Y yo me pregunto. Bueno, no me pregunto, lo digo. Lo digo porque lo pienso y lo creo. Puedo estar equivocada. O no… Pero opino que se está dando tanto “Boom” a esto de las nuevas metodologías, las nuevas tecnologías, la nueva escuela y la nueva todo, que según esto, todo lo viejo, lo arcaico, toda la educación y la formación que recibimos los que ya no somos “tan nuevos”, ha sido pésima, horrorosa, demencial. Vamos, que no sé cómo hemos subsistido a ella. Deberíamos tener un trauma de los fuertes, de esos que ni con una hipnosis o regresión al pasado se consigue erradicar.
Yo creo que no deberíamos perder el norte, ni el sentido común, y que está muy bien que surjan nuevas formas de aprender y de enseñar, pero, ¡¡cuidado!!, que también hay mucha demagogia en todo ello y, mucho interés. Y cuando digo interés, me estoy refiriendo a intereses creados por muchos colectivos: educativos, comerciales, administrativos y familiares.
Mirad, entre el blanco y el negro, siempre ha existido una gran gama de grises y, ni es tan buena toda esta avalancha de nuevos estilos educativos que, dicho sea de paso, en no pocas ocasiones, a los docentes nos hace perdernos y desorientarnos, (hasta el punto de no saber muy bien dónde estamos o adónde queremos llegar, o si lo que estamos haciendo con los alumnos es verdaderamente fructífero o por el contrario estamos consiguiendo que el alumnado se acomode y se relaje un poquito), ni, por el contrario, la enseñanza convencional, (aquella que te exigía que atendieses, que escuchases lo que te estaban explicando, te aconsejaba que estudiases en casa aquello que habías dado en el día y que te evaluaba con un "examen" para demostrases lo que habías aprendido -o no-), es tan mala.
Además, si la memoria no me falla, yo recuerdo haber tenido profesores que me hacían pensar y cuestionarme muchas cosas sobre el mundo y el ser humano y su comportamiento (esto también se podría englobar dentro de las “Rutinas de pensamiento” o “Aprender a pensar”). También me potenciaban la creatividad y la imaginación (ya tenemos aquí la “Paleta de inteligencias múltiples”). Hasta recuerdo que quedé segunda en un concurso publicitario en clase de Lengua y Literatura. ¡¡Qué qué!! Y otro, nos destruyó unas esculturas de barro que estábamos realizando, porque opinó -con buen criterio- que no estábamos teniendo una actitud seria y responsable en su clase (Aquí, si no estoy equivocada, se empleó la técnica metodológica: “Trabajar con las emociones”. La emoción de enfado que tenía él y la de sorpresa que se nos quedó a nosotros al llegar al aula y ver destrozadas todas nuestras obras). Así, sin más, dio por zanjada nuestra proyección artística, cosa que me dolió en el alma porque, sinceramente me gustaba mucho cómo estaba quedando mi escultura y quería habérmela llevado a casa, pero como no tuvimos una correcta actitud, pues, ¡fuera tonterías y a otra cosa mariposa!; nos puso a delinear con tiralíneas y tinta china, (tarea que odiábamos) pero aprendimos una muy buena lección de actitud. A este profesor, muchos padres de hoy en día, estos de la "nueva educación", se lo hubieran comido con patatas…
Y digo yo: ¿acaso no potenciaron en mí – aquellos mis profesores de antaño, docentes clásicos, convencionales, que ahora son tildados de “arcaicos” y dados a la pasividad del alumno– el gusto por descubrir, por aprender, por crear y por buscar respuestas a cuestiones que me planteaba; así como me hicieron comprender la importancia del buen saber hacer, ser y estar…?
Vamos, completamente segura estoy de que así fue, que muchos de ellos lo hicieron (otra cosa es que yo llegase a conseguirlo…) y que pese a que según dicen los estudiosos del tema, que los tiempos nuevos exigen nuevas metodologías, no nos equivoquemos y no olvidemos que muchas de las innovaciones de hoy en día ya se aplicaban en aquel entonces, pero no se les daba estos nombres tan "eclécticos", ni había tantos intereses creados, ni sensacionalismo como ahora existe en torno a estos y otros muchos temas educativos.
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