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19.03.2017

LA EVOLUCIÓN DE UN PADRE

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LA EVOLUCIÓN DE UN PADRE

Quizás, el primer contacto con un padre, o mejor dicho, la primera sensación de percibirlo como tal, no es tan temprana como se siente a una madre. No podemos obviar el vínculo que se genera entre madre e hijo mientras el bebé se está gestando dentro de ella. No obstante, también es cierto que hoy en día los padres asumen su papel mucho antes que antaño, y rápidamente buscan su sitio y su protagonismo para formar, de igual manera, un tándem con el que ir pedaleando junto a su retoño a lo largo de toda la vida, incluso cuando por el mismo devenir de la misma, ya no esté a su lado para guiarlo.

Una vez ubicados todos –padre, madre e hijo- en el lugar que le corresponde a cada uno, pronto el niño percibe, aunque sin ser consciente de ello (esa consciencia la adquirirá en la edad adulta) qué papel desempeña su padre en su propio ser, en su vida y la evolución de su función a lo largo del tiempo.

Desde bien pequeños, los niños perciben a su papá como el más fuerte, el más valiente, el más guapo y listo de todos los papás. El papá es su héroe: igual lo hace volar, que le alcanza una pelota perdida en las alturas, que lo rescata y salva de la mayor de las tragedias. Un papá lo arregla todo. Da igual que su retoño haya hecho añicos un juguete, o fundido la batería del coche de carreras, o amputado cabeza, brazos y piernas de la mejor muñeca, para descubrir qué tenía dentro… ¡No pasa nada!, ante todas estas tragedias que el niño va sufriendo, siempre estará su papá para ayudarle y solucionarle estos pequeños –aunque grandes para ellos- problemas en su día a día.

Y cómo obviar que su papá es el más alto, el más guapo, el más “cachas”, o el mejor vestido de todos los papás… ¿Qué acaso lo dudáis…? Pues para verlo, sólo tenéis que observar la carita de los niños cuando sus papás vienen a recogerlos al colegio, y ellos, desde sus apenas sobrepasados tres palmos de estatura, distinguen entre la gran multitud aquella mata de cabello con tupé incluido, o por el contrario, la lisa, brillante y perfecta cabeza calva de su papá. Otros, sólo ven entre muchísimas caras, ojos, narices y bocas, la sonrisa completamente alineada y blanca de su progenitor. Y otros, ven que entre la algarabía y el nerviosismo de los padres por reencontrarse a las cinco de la tarde con sus retoños, hay uno, sólo uno, que no llama a gritos a su pequeño, sino que con porte distinguido y desde la distancia, busca a su hijo con la mirada, y éste, como si de un imán se tratara, también rastrea hasta que la encuentra, y ambos, padre e hijo, esbozan una sonrisa y esperan a que la “seño” dé el permiso pertinente para salir y fundirse en un abrazo.

También los papás tienen el don de saber relativizar los problemas, darles la justa importancia que deben tener y encontrar soluciones más prácticas y más sencillas que lo haría una mamá; a las cuales les cuesta algo más, ya que rizan el rizo, dan mil y una vuelta a las cosas y no acaban de encontrar una solución rotunda y eficaz con la que avanzar de forma práctica y positiva… Grandes frases de sabios papás como: “Eso no es nada…”; “¡Venga, ánimo!, que tú puedes con eso y con más…”; “¿Y vas a llorar por eso…? Pero si tú eres la mejor de las princesas…”, y un sinfín de frases que, aún no teniendo mucho contenido en palabras, poseen, implícitas, una gran sabiduría en el buen ser y hacer de la vida, y dan solución a muchos de sus problemas.

Llega la adolescencia y los padres parecen haber cambiado los papeles y haberse convertido en el enemigo número uno de los hijos. Pero no lo creáis; por mucho que ellos os digan, os critiquen y os pongan como hoja de perejil, seguís siendo su guía, su faro, el espejo donde reflejarse y copiar vuestro modelo. Ellos están en esa etapa de la vida en la que andan algo perdidos, quieren ir en contra de todo, revolucionar y cambiar el mundo, y a vosotros, queridos papis, si pudieran también os cambiarían. No os quepa la menor duda. Pero tranquilos, que esto es temporal. Ahora es cuando necesitan, más que nunca, que seáis su héroe. Y esa heroicidad consiste en no decaer ni bajar la guardia; seguid manteniendo las normas, límites y disciplina. Aunque renieguen, las necesitan más que nunca para no perderse en la marejada de sentimientos y emociones que da la edad. Vigilad y estad alertas, pero tomando distancia; ellos deben percibir que en la medida que sean responsables vais soltando amarras, pero ese mismo cabo siempre está ahí, latente, para poder agarrarse y aferrarse si surgen problemas. No temáis al establecer límites y normas, aunque creáis que estáis siendo duros u os ablanden el oído y el corazón con discursos que, a poco que hagamos memoria todos hemos practicado. Sed firmes y coherentes, porque en esa vuestra firmeza, ellos también se reafirman en el modelo que tienen delante y a quien quieren imitar aunque ahora lo nieguen: su padre.

Los hijos van creciendo y convirtiéndose en personas adultas pero no con ello, dejan de admirar e idolatrar a su padre. Poco a poco, esos problemillas de niños, de jóvenes y de ya no tan jóvenes, irán dando paso a situaciones de la vida adulta en las que los hijos encontrarán mucha similitud con la vida de su padre y tomarán de él sus enseñanzas, su buen hacer y resolver.

Por supuesto los padres también comenten errores, como los nuestros los han cometido en alguna que otra ocasión y como nosotros los cometemos; pero en esos errores, en cómo los han reconocido y cómo los han subsanado, hay muchísima enseñanza: aprendemos a conocerlos mejor, a comprenderlos, a ponernos en su lugar. Y sobre todo, aprendemos que a seguir aumentando la admiración por ellos.

Ah, y no olvidéis una cosa, los padres, aún cuando ya no están físicamente a nuestro lado, o aunque sus capacidades estén mermadas por la edad o algún deterioro en su salud, siempre están orientándonos, ayudándonos y protegiéndonos, porque sus enseñanzas y su ejemplo queda grabado a fuego en nuestro corazón y en nuestra forma de ser. ¿Cuántas veces nos hemos preguntado cómo reaccionaría, contestaría o actuaría nuestro padre ante cualquier pregunta o situación determinada por la que estamos atravesando? Estoy segura que, en ese intento de rememorar el comportamiento de nuestro padre, estamos intentando poner en práctica sus enseñanzas, su ejemplo y sobre todo, seguimos ADMIRÁNDOLO.

¡¡FELICIDADES A TODOS LOS PAPÁS!!

 

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