Hola amigos:
Hoy me he levantado pletórica, porque quiero escribir sobre unas personas dignas del más absoluto de los respetos y admiración: LOS ABUELOS. ¡Vaya que sí!
Dando los últimos coletazos del curso, es mi deber darles la enhorabuena a estas figuras tan significativas y representativas dentro de la vida de niño. ¡Sí, sí!; yo, muchas veces les digo que son dignos de que se les alce un monumento en su honor.
Nosotras, las maestras, solemos felicitar a los niños cuando estos, realizan correctamente las tareas; cuando su actitud y comportamiento está siendo el correcto…Felicitamos, de igual modo a los padres, por los progresos del niño; por la buena educación transmitida, por el tiempo que invierten en su hijo…
Pero, ¿y a los abuelos? ¿Quién felicita a los abuelos por su incondicional dedicación hacia sus nietos? Y no tan solo a sus nietos; sino por su incondicional y permanente dedicación a sus hijos. Porque no nos engañemos, nunca se deja de estar pendiente y de mirar por los hijos. Aunque los hijos sean ya adultos, independientes, con sus familias formadas, etc. los abuelos, que a la vez son padres, siguen procurando por sus hijos, ayudándolos en todo lo que está a su alcance, quitándose de su tiempo, de su economía, de sus intereses en favor de los de su hijo.
Cuántos abuelos, después de una vida sacrificada, por todo lo que conlleva la crianza de una familia, los altibajos de la vida laboral, los vaivenes de la economía… llegan a la edad de jubilación con su vida ya resuelta, con la satisfacción y la tranquilidad del deber bien realizado, con buena salud y ánimo para poder disfrutar de una merecida jubilación; para poder descansar, viajar, dedicarse el tiempo a sí mismos y a la pareja; pero sin embargo, estos planes que se habían trazado en su larga trayectoria por la vida, se ven truncados porque han llegado los nietos y se ven en la obligación de seguir mirando por sus hijos, de seguir ayudándoles y facilitándoles el bienestar de sus hijos, ayudándoles con los nietos. ¿Curioso, verdad?
Yo me pregunto una cosa: ¿Se habrán plateado los hijos esta situación, analizada desde este punto de vista?
Y vosotros os preguntareis: ¿Y ahora Begoña qué quiere decirnos con todo esto? ¿A dónde quiere llegar?
Quiero llegar a una última reflexión y es la siguiente:
Queridos padres, recapacitad muy bien sobre este tema; porque en muchas ocasiones, ya se les atribuyen a los abuelos las tareas del cuidado y hasta crianza de los nietos sin apenas haberles preguntado si estarían dispuestos a ello. Es algo que se les presupone, como el valor a los soldados. Cuestionaos también, si en ocasiones, no os excedéis en el tiempo que realmente necesitáis de su ayuda. Yo no digo que no hayan razones de peso para que necesitéis de la ayuda de los abuelos, pero debéis ser justos, comedidos y eternamente agradecidos.
Y cuando digo de ser eternamente agradecidos, lo digo por una sencilla pero muy clara y en ocasiones, penosa razón. Y no es otra que la de no utilizar a los abuelos como cuando uno exprime una naranja; que le saca el zumo y luego deshecha la cascara. No sé si me llegáis a entender. Ellos, os lo están dando todo de forma totalmente entregada y altruista; por el amor que os profesan tanto a vosotros, hijos, como a sus nietos. No lo hacen por sacar un rendimiento ni un beneficio de nada; lo hacen simplemente por AMOR. Simplemente digo, que cuando llegue el momento en que ellos os necesiten a vosotros, les correspondáis de la misma forma desinteresada, altruista y entregada. Corresponderles con el mismo AMOR y DEDICACIÓN que ellos os han entregado durante toda su vida.
Sirva este artículo para dar mi más sincera enhorabuena y el más absoluto y merecido reconocimiento a estas personas tan importantes que son: LOS ABUELOS.
¡FELICIDADES ABUELOS!
Hasta pronto amigos.
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