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04.07.2016

MISIÓN CUMPLIDA-

Divagaciones Mias
MISIÓN CUMPLIDA-

¡MISIÓN CUMPLIDA!

Hace ya algunos años; no voy a contarlos porque “¡pa qué!, si no tengo bastantes dedos entre las manos y los pies. Además, si cuento, me entra la nostalgia y me pongo muy tontorrona, así es que dejémoslo en indefinido y punto. Pues bien, como digo, hace ya algún tiempo realicé lo que estoy haciendo estos días en mi trabajo, la entrevista inicial con las familias que matriculan a sus hijos de tres años, para dar comienzo en septiembre a la etapa de Educación Infantil. Lo que ocurre es que en aquel tiempo, era yo la entrevistada. Iniciaba por aquel entonces la andadura de un largo caminar con la primogénita de mis hijas, y que unos años más tarde, secundaría la pequeña.

Era éste un momento importante para mí, porque sabía que daba comienzo un período largo de formación continua, que unida a la educación que estaban recibiendo desde el entorno familiar, conformarían en ellas la clase de personas que yo quería que fuesen: personas educadas, formadas, íntegras y con una serie de valores.

Evidentemente ese camino fue largo, y como en toda larga andadura, uno se encuentra baches, cuestas difíciles de remontar, bajadas que te permiten reponer un poco el aliento, barrizales que dificultan el caminar y pequeños riachuelos donde aclararte el barro de los pies para seguir más ligera la marcha hasta encontrar ese camino llano, repleto de luz, con colores verdes y adornado con matices de múltiples colores.

Como buen peregrino cargado con su mochila y pese a las inclemencias del tiempo y morfología del camino, anduve, anduvimos las tres; unas veces con paso firme, otras titubeando, en algunas desfalleciendo -por qué no decirlo-, pero siempre con la vista al frente, puesta en el horizonte, que aunque lejano, cada vez se aproximaba más.

En esos momentos difíciles, en los que el caminante se resiente de sus músculos, de sus articulaciones y en algunas ocasiones, de aquellos órganos indoloros, siempre levantaba la cabeza y hacía una petición a un par de amigos que tengo por las alturas: “fuerza”. Fuerza para poder tirar adelante y dar a mis hijas la herencia más valiosa que yo creo se les puede dar a los hijos, y que nos es otra que la “Educación” y la “Formación”. Con ellas, se llega a donde uno quiere llegar.

Hoy, al cabo de “esos” años, con la graduación de mi segunda hija y precedida cinco años antes por la primera, puedo decir que juntas, hemos conseguido llegar al final de ese camino. Estoy muy orgullosa de ellas porque sé que poco a poco han asimilado los “Contenidos Académicos” pero también los “Contenidos Educativos”.

Ahora, por supuesto, les queda emprender otra marcha, otra andadura en búsqueda de trabajo, o en seguir formándose o preparando pruebas que les permitan obtener un lugar en este difícil mercado laboral. La base ya la tienen, ahora, son ellas las que han de ir buscando y caminando por los senderos que les lleven a su objetivo deseado. Yo, por mi parte, me siento satisfecha y tranquila de haber conseguido el mío: educar y formar a mis hijas.

¡Misión cumplida!

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