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22.12.2015

PEQUEÑOS Y GRANDES DICTADORES

Artículos
PEQUEÑOS Y GRANDES DICTADORES

Hola amigos:

Hoy voy a hablaros de unos seres, que, a pesar de su tamaño, han ido adquiriendo un poder inversamente proporcional a su estatura; además un poder potente, dictatorial. Se han convertido en unos pequeños y grandes tiranos; no siendo ellos, los verdaderamente culpables de esa actitud.

Estoy hablando de esos niños, que debido al estilo educativo en el que han sido formados, por un exceso de permisividad por parte de los padres, han desarrollado una habilidad que no es otra que la de conseguir todo aquello que se proponen, cuando quieren y como quieren. Primero lo consiguen con llantos, luego, cuando van teniendo alguna dificultad para obtener aquello que desean, suben un escalón más y escenifican unas buenas pataletas para alcanzar aquello que se han propuesto; y más adelante, cuando van siendo más mayores y entrando en la adolescencia, utilizan verdaderas armas de doble filo contra sus padres, enfrentándose a ellos con grandes discusiones, pudiendo llegar a insultarlos, vejarlos e incluso a agredirlos.

Todo esto, queridos padres, tiene un origen, que viene desde los primeros años e incluso desde los primeros meses de vida del niño, en los que se intenta sobreproteger al niño, evitando que lloren, consolándolos nada más inician el llanto, acudiendo a ellos al primer reclamo; y más adelante, cuando ya tienen los primeros añitos, se les va permitiendo pequeñas cosas que de forma progresiva van aumentando en importancia y frecuencia. Todo ello para evitar rabietas en los hijos. Más tarde, cuando éstos van creciendo, y con ellos sus responsabilidades, sus obligaciones, es cuando los padres se desesperan, porque se dan cuenta que los hijos han ganado buena parte de su terreno y que son ellos quienes tienen la sartén por el mango, imponiendo todo su criterio, con total crueldad y despotismo.

Cuando los padres llegan a esta punto sienten verdadera angustia porque observan como la situación se les ha ido de las manos, porque lo que en su día hubieran podido controlar y mediar, ahora, cuando los hijos han crecido, hay un poder muy fuerte por parte de los mismos que les impide controlar el tema. Se entra pues, en una situación muy violenta en la que las dos partes se están midiendo a ver quién puede más, y normalmente, este tipo de padres suele claudicar ya que sienten tanta impotencia, que las fuerzas les van menguando y les resulta muy complejo tener un control absoluto sobre la misma.

Queridos padres, si os veis reflejados con esta situación, debéis hacer un propósito firme de cambio, porque vosotros sois y debéis ser los que impongan las normas y controlen la educación de vuestro hijo. Es vuestro deber, vuestra obligación. Así que respirad hondo, haced una buena reflexión sobre el tema y poneos manos a la obra en esta tarea. Os resultará difícil, no lo dudo, pero no imposible. ¡Para nada! Todavía sois vosotros los que tenéis el control. ¡Faltaría más!

Así es que, coged a vuestro hijo, habladle claro, poned las pautas y normas concretas e informadle de que a partir de ese momento, su comportamiento va a tener que cambiar y va a tener que ceñirse a las reglas que vosotros les hayáis presentado. Id reduciendo y quitando privilegios y derechos que vosotros mismos les habéis consentido a fuerza de que ellos os hayan ido ganando terreno en un campo que es de vuestro dominio.

Pensad, que aunque os duela, aunque sintáis que las fuerzas os flaquean, que el alma se os parte en dos, esa, es la mejor manera de educar a vuestros hijos; eso es lo mejor que les podéis dar.

¿Queréis lo mejor para ellos, verdad? Pues consentirles todo, hasta llegar a estos extremos, queridos amigos, no es lo mejor para ellos.

¡Ánimo y hasta pronto!

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