Hola amigos:
Sé -o puedo imaginar, porque tampoco tengo la bola de cristal- que muchos de vosotros, que no me conocéis en profundidad, estaréis cuestionándoos que ¿quién soy yo, de dónde he salido, de qué voy?; si en unas ocasiones me veis toda seria, muy puesta, hablando de temas serios sobre educación y en otras me veis, así, toda lanzada, con tono irónico, y hasta riéndome de mí misma. Y ¿cómo se come eso?
No, no os preocupéis, no me pasa nada, no soy una oveja descarriada, ni tengo interferencias en alguna de mis conexiones. Simplemente que suelo jugar con la ironía y me río hasta de mí misma. Esto, me ayuda en muchas ocasiones, a quitar algo de hierro a situaciones por las que todo hijo de vecino, y yo, soy una de ellas, suele acontecer en la vida.
Mirad, queridos amigos, el optimismo, el buen humor, la ironía, el positivismo… son estos, aspectos y actitudes tan importantes en la vida, que no deberíamos obviarlos; es más deberíamos esforzarnos para que fueran parte integrante de nuestra forma de ser y estar; y además, que fuesen ejemplo que tomasen nuestros hijos.
¿Por qué digo esto? Por una sencilla e importantísima razón.
Los maestros, en nuestra trayectoria profesional, podemos constatar la gran variedad de caracteres en niños con la misma edad. Independientemente del carácter de cada niño, es cierto que hay un matiz, dentro del mismo, que no todas las personas poseen y que considero muy, pero muy importante. Así pues, ya en edades muy tempranas se puede observar niños que pillan rápidamente alguna que otra frase o expresión en tono irónico, y saben inmediatamente, la connotación y la intención con la que está dicha esa frase o expresión.
De modo que se puede estar llamando al orden a alguien, pero con gracia; como también se puede hacer alguna apreciación con humor o ironía, de manera que se expresa un parecer sin que ello suponga un enfado o enfrentamiento con nadie. Esta forma de ver o hacer ver las cosas, se puede proyectar hacia los demás, como hacia uno mismo. Es decir, uno, puede estar llamando al orden, se puede estar valorando, o se puede hacer una apreciación sobre sí mismo, pero con humor, con optimismo, con positivismo y con ironía si cabe.
Reírse hasta de uno mismo, es tan importante en ocasiones….
Hay niños y adultos, por supuesto, que esto no lo llevan nada bien. Es decir, no saben encajar una frustración, un traspiés, un inconveniente… Lo toman como algo tremendo, una fatalidad…
Pero tanto si les ocurre a ellos mismos, como si alguien les hace alguna valoración sobre sí mismos. Se toman las cosas a la tremenda, como una gran ofensa. Y queridos amigos, hay que quitarle hierro a las cosas que, en verdad, no tienen el porqué de un enojo. Tenemos que aprender nosotros mismos y enseñar a nuestros hijos, a ver las cosas de otra forma, de una forma más positiva, menos radical, de reírnos de las pequeñeces que nos puedan pasar, ver la parte graciosa del tema, e intentar superarlo.
Es asombroso y digno de alabar, cuando ves a niños, que se les rectifica alguna actitud, o algún trabajo, pero se hace con gracia, con ironía… y lo saben pillar; entienden lo que les has dicho, pero también entienden lo que realmente les has querido decir. Y rectifican su actitud, hasta riéndose de ellos mismos. Y es más, van a prendiendo esa actitud y la utilizan de forma habitual en sus vidas.
Este tipo de personas, que son positivas, que tienen humor, que tienen esas dosis de ironía bien llevada, tienen más capacidad para superar los traspiés e inconvenientes de la vida y saben encontrar alternativas a los mismos.
Así que, padres, trabajad con vuestros hijos el ejercicio del humor, del positivismo, de la ironía bien llevada y aplicada.
0 comentarios