Hola amigos:
Hoy quiero hablaros sobre la relación entre hermanos. Muchos de vosotros, ya tenéis varios hijos y sabéis que esta relación, a la par que bonita y entrañable, puede ser en momentos, conflictiva, por los roces que surgen entre ellos.
La relación entre hermanos, es una de las relaciones más especiales e irrepetibles que se pueden tener en la vida. Con un hermano, se comparten vivencias únicas, ya que se convive y se participa en muchas situaciones comunes, a lo largo de un momento muy similar e importantísimo del desarrollo de ambos hermanos.
A través de la relación entre hermanos, se empieza el aprendizaje de la socialización, la protección; se aprende a compartir, a sentir admiración, a tomar ejemplo… Pero a la vez, también aparecen sentimientos encontrados como los celos, la envidia, la rivalidad entre ellos… Se establece, pues, en esta relación fraternal, un vínculo especial y esencial en el desarrollo y formación de la personalidad del niño. Es tarea de los padres, y en ello, han de tener sumo cuidado, de no propiciar –en ocasiones, de forma inconsciente- sentimientos de rivalidad o competitividad entre ellos.
Una frase tan simple como:”Fíjate en tu hermano, que bien hace esto o aquello; ¡aprende!…”, puede generar sentimientos de celos o envidia de un hermano a otro. Se deben cuidar las expresiones que transmitimos a los hijos.
En ocasiones se atribuye a uno de los hermanos un papel que no le corresponde. Por ejemplo, con la llegada de un nuevo hermano, al primogénito se le asigna un papel de relevancia, se le dota de unos cargos, cuidados y obligaciones que ha de tener a la llegada del bebé. Se le está dotando de unas responsabilidades para que no se sienta destronado a la llegada de este hermano; cuando en verdad, no hay tal destrono, sino una reubicación. Se espera a un nuevo componente de la familia que va a ser parte de un grupo, pero que no tiene, ni debe, ocupar un lugar de mayor o menor relevancia en el mismo. Por supuesto, necesitará unos cuidados específicos de acuerdo a su edad, como en su día los necesitó y se le dieron a su hermano mayor, pero no por eso, uno ni otro son más o menos importantes dentro del grupo familiar.
Si esto no se controla con sumo cuidado, puede ser que el hermano mayor, ejerza el papel de sobreprotección, o incluso, de dominio sobre el hermano menor y esta relación quede marcada a lo largo de toda su vida, provocando, posiblemente, sentimientos de rivalidad entre ellos. Uno, porque se crea en un nivel de autoridad superior que el otro, y el más pequeño, porque se sienta dominado o controlado por el hermano; cosa que no debe ser así.
En contrapartida, a los hermanos pequeños, se les suele proteger y consentir en demasía. “Es pequeño….” “¡Anda!, déjale este juguete a tu hermano para que calle un poco, tu eres el mayor y tienes más conocimiento…” “Él, todavía no sabe hacer las cosas bien, hazlo tú…”. Con todas estar órdenes, dictadas al hijo mayor, estamos consiguiendo que el pequeño vaya aprendiendo que puede conseguir muchos privilegios por su condición de hermano menor, y sin apenas poner esfuerzo. A la vez, estamos propiciando que el hermano mayor, se canse de este papel que se le está atribuyendo y que le está costando un sobre esfuerzo, y reaccione de forma incorrecta en alguna que otra ocasión en contra de su hermano.
En mi opinión, debéis darle a cada hijo su papel, su lugar dentro de la familia y hacer entender a cada cual, cuáles son sus necesidades y sus obligaciones en cada momento. Ni debéis sobrecargar a uno, ni sobreproteger a otro. Todos son importantes; todos tienen una misión dentro de ella. Dependerá del proceso de crecimiento y desarrollo de cada uno, el papel que deba desempeñar cada cual dentro de esa unidad familiar.
Hasta mañana, amigos.
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