¿DEFINIMOS “ESTAR ENAMORADO”…?
Ayer estuve cenando con un grupo de amigos, entre los cuales, había una pareja que llevan cuarenta años juntos.
Comenzamos la noche, poniéndonos al día sobre nuestras vidas: el trabajo, la familia, etc. Pero ya bien entrada la velada, el rumbo de la conversación viró hacia temas mucho más trascendentales. Ya sabéis, esos que tanto me gustan a mí… Así pues, nos adentramos en el complejo mundo de los sentimientos.
Les pregunté a esta pareja, si después de cuarenta años juntos, todavía seguían estando enamorados.
¡¡Qué dije!! El estallido de las carcajadas de los que allí estábamos fue monumental, al escuchar la exclamación y observar la expresión que ambos, marido y mujer, al unísono, hicieron al escuchar mi pregunta.
Cuando volvimos a tomar aire y nos recuperamos del “sin aliento” que te deja el reír de esa forma tan abrupta, la pareja en cuestión, justificaron su espontánea expresión.
- ¡Calla mujer! ¿Enamorado a estas alturas? ¡Yo nooo! - Contestaba él-. Pero… ¿tú crees que puedo estar enamorado, si mi mujer se acuesta todos los días con un pijama de esos de felpa de Primark, con estampado de tigre y calcetines de esquiar; sumado a que se pasa toda la noche roncando y se levanta con unos pelos que parece el León de la Metro…?
- ¡¡Mira éste!! ¿Pero qué estás contando? –espeta ella a su marido-. Pero ¿tú te has visto la barriga que tienes? Begoña, cómo voy a estar enamorada, si cuando me casé con él, era un morenazo guapetón, con un tipito que parecía un pincel…Y ahora, ¡míralo, míralo! Mira qué barriga tiene, que parece que esté embarazado.
- Perdonaaa…, ¿Embarazado yo? Lo que tengo es retención de…
- ¿Retención de qué, chico…? – no le dejó acabar- Ay, qué risa, ahora dice que tiene retención de líqu…
- No, cariño, de líquidos no, ¡¡de espermatozoides!!
Estallido de risa nuevamente, y vuelta a quedar en parada cardiorespiratoria de todos los que allí estábamos.
De regreso, otra vez a la vida, o mejor dicho a la tertulia, y no sin antes habernos limpiado lágrimas y mocos para poder proseguir con la conversación, observamos que la desenamorada pareja, habían adoptado una postura muy puesta, muy erguidos ellos; cuellos estirados, boquitas de piñón y miradas altivas y orgullosas; como diciendo, aquí ya no hay nada, no queda nada, ni hay nada que hacer…
Entonces yo, les pregunto:
- Vamos a ver, pareja. ¿Cómo podéis decir que no estáis enamorados? Si a ti, mañana mismo -me dirijo a él- te falta tu mujer. ¿Qué harías?
- ¿Cómo? Si me falta mi mujer, me voy yo detrás. Para mí, se habría acabado la vida. Yo ya no concibo la vida sin ella.
- ¿Y tú? -le pregunto a ella-.
Entonces ella baja la barbilla, relaja los hombros, y con la voz algo hueca, como el que no quiere dar su brazo a torcer (las mujeres somos así. ¡Qué se le va a hacer…!), pero con un leve ladeado de cabeza y una sensual y entrañable caída de pestañas, dice:
- Bueno, pues sí, lo pasaría mal. ¡Muy mal, vamos!
Quizás la respuesta de ella, no fue tan efusiva y contundente como la del marido, pero por una única y sencilla razón: y es que las mujeres tenemos más espíritu de supervivencia que los hombres – tendréis que reconocerlo-, y ante las adversidades sacamos fuerzas de donde sea porque creemos, además, que todavía tenemos que tirar adelante, ayudar a nuestros hijos y demás…
¡Bien! Como podréis imaginar, el ¡¡Ah…!! de ternura, que exclamamos todos, fue rotundo, ya que la escena había pasado en tan breve espacio de tiempo por tantas emociones: humor, reproche, orgullo, altivez… hasta llegar a la cuestión y emoción que verdaderamente se quería llegar, que no es otra que el “AMOR”.
Ante la pregunta que les hice a esta simpática y entrañable pareja, sólo cabría aclarar la definición de “Estar enamorado”, porque no es otra cosa que eso, que la transformación del mariposeo que se siente en la boca del estómago cuando estás con una persona, a dejar de sentir los latidos de tu corazón, cuando esa persona te falta.
Creo pues, que se ha sobrevalorado ese hormigueo estomacal, ese tembleque en las piernas y en la voz que todos hemos sentido al principio de una relación, y se ha menospreciado o, hasta me atrevería a decir, que se ha ninguneado, ese otro sentimiento mucho más profundo, más arraigado y consolidado, que se siente cuando esa pareja que ha ocupado tanto tiempo de tu vida, que ha compartido tantas vivencias y experiencias en ese largo caminar de nuestro paso por este mundo, deja de existir.
Y a estos amigos tan simpáticos y dicharacheros, desearles que, muchos años les dure ese “desamor” que ellos dicen sentir.
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