¡Estoy verdaderamente preocupada…! No, no, eso es poco. ¡¡Estoy profundamente asustada!!
Os preguntaréis el porqué de esa preocupación o ese miedo. Os cuento.
Hace unos días salió una noticia acerca de los robots, del futuro de los mismos y de cómo será nuestra convivencia con estos “seres”. Se está evolucionando tanto en su estudio que se están dando cuenta que la cosa se les puede ir de las manos. Tanto es así que se baraja la posibilidad de crear como un estatuto que regule su funcionamiento. Vamos, que hasta creo que se tendrá que modificar la Constitución Española para que incluyan en ella todos los derechos y deberes de estos androides, porque mucho me temo, van a ser nuestros amiguitos. ¡Y a eso me niego! No es que sea clasista pero me niego a convivir con estos entes.
Mirad, llevo unos días dándole vueltas al tema y pienso que la cosa es mucho más seria de lo que nos podemos llegar a imaginar, porque los estudios avanzan tanto que están diseñando robots con una inteligencia que llegará a superar la humana; estarán tan programados y tan bien diseñados interior y exteriormente que se moverán y gesticularán como nosotros; su piel no tendrá imperfecciones, sus facciones serán perfectas, sus dentaduras serán blancas y sin un amago de caries. Sabrán qué decir y hacer en todo momento, no tendrán ni un despiste, -como los míos- no estarán cansados, serán políticamente correctos, todo lo harán bien… ¡¡¡Dios mío, serán perfectos…!!!
¡¡No, no, no!! ¡¡Me niego, me niego, me niego!! ¡¡ No lo quiero ni pensar…!!
Pero imaginaos por un momento conviviendo con ellos. ¿Qué podría pasar? Pues yo me veo yendo a comprar y siendo atendida por un robot. O me imagino yendo a la peluquería y pidiéndole al robot que me haga un corte de pelo que me favorezca según la fisionomía de mi cara. Iremos a los hospitales y no habrá médicos ni enfermeras de carne y hueso; serán humanoides número uno de su promoción, ya que lo sabrán todo porque les habrán puesto hasta el vademécum en la mollera.
Bueno, bien pensado, esto tiene una ventaja y es que no me dará tanto apuro ir al ginecólogo. ¡Oye, porque como es un robot…!
¡Pero no! ¡Que no, que no…! Que estoy viendo que a la vuelta de la esquina hasta me tiran de mi puesto de trabajo y en mi lugar ponen a una “Seño” súper joven, súper mona, 90-60-90, y de esas que nunca envejece. Y lista, muy lista, asquerosamente lista, de esas que lo sabe todo… ¡Vamos, una repelente! Igual sabrá trabajar por proyectos que por competencias; sabrá programar todo el curso escolar sin agobiarse y evaluar sin que le salte la tapa de los sesos como me ocurre a mí. Sabrá innovar y utilizar las nuevas metodologías y tecnologías como el que da un paseo en barca. Ah, y no necesitará el B2 porque será políglota. No se enfadará nunca con los niños, ni con los papis cuando no le hagan caso, o la desautoricen o hablen mal de ella. Será una seño siempre dispuesta y predispuesta a adaptarse a los vaivenes de las Leyes Educativas o a las presiones de sus superiores. Ni se inmutará cuando no le suban el sueldo en años, o se lo bajen incluso, porque entre otras cosas no le pagarán. Asentirá encantada con su mejor sonrisa cuando la obliguen a hacer más horas de las que le toquen o tenga que reciclarse en fin de semana o hacer mil y un papeleos que no sirven para nada… Y además de todo esto, ¡¡nunca estará cansada!!
¡Virgen del amor hermoso! ¡Será un chollo de seño! ¡¡Dios mío!! ¿Qué va a ser de mí…?
Y yo que me quejaba de que el gobierno quisiera alargar la edad de jubilación… Si ya me estaba haciendo a la idea de estar en la clase con 80 años, tirada por el suelo con los niños, pidiéndoles que me ayudaran a levantarme y a colocarme bien la prótesis de cadera… O intentando hacer una línea vertical con escuadra y cartabón, ya que el párkinson me impediría hacerla completamente recta.
Llegado el momento, fijaos que hasta ya tenía diseñados unos tirantes especiales y muy discretos con los que hacer las clases de psicomotricidad, de manera que no se me desplazara la “Indasec”. Y unos buenos anclajes para que no se me cayera la dentadura postiza al cantarles una canción…
Ahora mis quejas o temores ya no tienen razón de ser, porque mucho me temo que la jubilación me la darán anticipada y más que anticipada y además, sin derecho a la pensión…
Pero, ¡un momento!, pensándolo bien, quizás esto de que nos invadan los humanoides no es tan negativo como lo planteo. Sí, sí… quizás, y a la vuelta de poco tiempo, yo, que llevo a mis espaldas –cuan la cruz fue a Jesucristo- varios fracasos sentimentales, pueda encontrar la horma de mi zapato y encuentre a un verdadero príncipe azul; un verdadero caballero, elegante, educado, culto, fiel, sensible, cariñoso, que no ronque, que se desviva por mí, que me lleve en volandas, que nunca me lleve la contraria… y hasta que me mantenga, como el de la canción… Pero bien pensado, ¿cómo me va a mantener si a él no le van a pagar…?
¡Ay, Dios mío!, que me da algo… Me estoy poniendo muy nerviosa y me va a dar algo porque mucho me temo, pero nos van a invadir los androides.
Y yo me pregunto: ¿de verdad el ser humano se cree tan inteligente que no se da cuenta que está cavando su propia tumba?
En fin, dejo el temita aquí porque me da un pálpito…
Hasta pronto amigos, y de ahora en adelante, fijaos bien quién os atiende en el centro de salud...
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